lunes, 3 de diciembre de 2012

Entre servicial y servil


Tengo la garganta tocada por eso hoy no colgaré el audio de este texto, no lo colgaré porque no lo he grabado, ¡me duele! La garganta.

A lo largo de la semana pasada ha habido tantas medidas del Gobierno para con la ciudadanía, tantos abusos, tanta chulería… que he estado muy mosqueado. Mosqueado ante las mentiras, mosqueado ante la manipulación; realmente más quemado que mosqueado. Mi intención al volver a escribir en este blog no era centrarme en el tema político. Sabía que la “Estafa” iba a obligarme a utilizar este sitio web para liberarme para gritar en Red lo que no grito en las calles. Sí, soy de los que va a las manifestaciones pero no abre la boca, no aplaude, ¿para qué? No me gusta el ruido, me gustan las mayorías silenciosas pero mayorías. Aunque estas líneas van tendiendo hacia la política, se acabó, hoy no voy a hablar de política.



El fútbol. Dicen algunos, creo y espero que cada vez menos, que la cosa esta del balón y los 22 tíos es deporte. Tal vez esos que lo califican así sean los que hablan de Crisis. Me centro. El fútbol, el que nos meten por los ojos, es sólo negocio y espectáculo. Muchas veces el espectáculo no llega de la mano de esos 22 que corren tras un balón. El espectáculo llega con declaraciones altisonantes y con ataques de chulería como el de Mourinho que el sábado salió al césped del Bernabéu 40 minutos antes del comienzo del partido del Real Madrid. Había citado a sus detractores a las 21:20 para que le pitasen si así querían. Muestra de espectáculo la tontería de Mourinho.

Espectáculo hay en todas partes entorno al fútbol. El Sindicato de Futbolistas, insinuaba chantaje del Athletic para/con un Fernando Llorente que quiere irse y que no juega. Espectáculo. Eso sí obvian el espectáculo dado por el de Rincón de Soto y por el propio Club durante y tras la negociación, durante el silencio y la ruptura del mismo del Campeón del Mundo. Espectáculo es obviar el papel residual, sobre el césped, del 9 del Athletic en la consecución de la Eurocopa y Mundial que obran en su haber tras ir y apenas jugar con la Selección Española.

También hay un espectáculo que a veces me da ganas... de no sé exactamente qué. Espectáculo lamentable que damos los trabajadores de los medios de comunicación. En este caso hablemos del fútbol, es mi eje en estas líneas. Parece mentira que el periodista deportivo esté a merced de su Medio. Sí solemos ser tan dóciles (no sólo en deporte) que el Medio ya no ejerce la censura para con lo que contamos / escribimos. Automáticamente sabemos que podemos decir y qué no atendiendo a la línea editorial / de pensamiento del periódico-radio-televisión. No me voy a meter con este “agachar las orejas”. Lamentablemente no están las cosas en este raro mudo de la información, ni han estado en la última década, demasiado bien como para retar a quien te da de comer.

Llegamos al núcleo del razonamiento último. Una cosa es decir /escribir lo que pide el Medio que te da de comer y otra cosa es supeditarte a lo que te “sugiere” el Club / los clubes al que sigues / a los que sigues. No entiendo que no se pueda contar lo que se quiera. Mejor dicho, no lo quiero entender aunque tal vez (seguro) sea necesario para mantener el Statu Quo del periodista con línea directa con quien toma decisiones. De ahí llegan en muchos casos las exclusivas. Es un periodismo servicial. Sí, servicial y luego está el periodismo servil (más servicial todavía, no estoy llamando vil a nadie) que es el que viene dado a golpe de teléfono. En el mejor de los casos el interlocutor del periodista deportivo es un representante de futbolistas. En el mejor de los casos te cuenta que en tal campo ha estado “no sé quién” de “no sé qué club” viendo a “no sé qué jugador”. Tú como periodista te quedas con la copla, buscas a otra persona que te confirme esa visita y la publicas. En el peor de los casos, el interlocutor del periodista deportivo sigue siendo un representante de futbolistas. En ese peor dice que “hay que vender” a tal jugador. Pide que se cuente que le sigue “no sé quién”, que sus números son los siguientes… y no hay nada. Creo que a esto se llama especulación pura y dura siempre y cuando el periodista entre al juego. Muchas veces el periodista entra a ese juego, y lo juega a las mil maravillas y tal vez logre alguna que otra recompensa.

Seguro que hay quién pone el grito en el cielo al leer estas líneas diciendo que esto es imposible, inadmisible, que no pasa y que no es así. A estas personas les diré que sí, que pasa y que es así. Pero todavía hay un tipo de periodista menos periodista: aquél que no recibe la llamada de un representante, una llamada telefónica, o no queda para entrevistarse con un agente. Es aquel periodista que se levanta de la cama, se ducha y delante del espejo peinándose decide qué jugador “mover”. Sí, él sólo, un periodista-representante que sabe que lo que escriba/diga va a ser siempre en su propio beneficio. ¿Que no existe? Sí, existe y si quieres (va a ser que no) te doy su número de teléfono.