viernes, 10 de enero de 2014

CHRISTIAN SALMON. La misión del nuevo periodismo es hablar con sinceridad, con franqueza

Cuando el rey está desnudo y el poder impotente, el ejercicio del Estado consiste cada vez más en aparentar. El escenario político se desplaza: de los lugares de deliberación y de toma de decisión política (foros ciudadanos, mítines, parlamentos, ministerios…) hacia los nuevos espacios de legitimación (TV, medios de comunicación e Internet). La explosión de las redes sociales como twitter y las cadenas de todo noticias han pulverizado los tiempos políticos. La función periodística se ha desviado de sus misiones originales -la investigación, el reportaje, el análisis, la información- hacia una función de descifrado destinada a descubrir, bajo las apariencias engañosas de la vida política, la verdad de un cálculo, los resortes de una historia, el secreto de un montaje narrativo.

Los sondeos del descifrado son las dos facetas de una democracia sin referentes, sin fronteras, desorientada, que ha sustituido el relato por la acción, la distracción por la deliberación el stage craft (el arte de la puesta en escena) por el state craft (el arte de gobernar). El lenguaje del poder sometido a órdenes contradictorias tiende a un proceso de eufemizacion, al oxímoron, a la negación, un fenómeno observado por Pier Paolo Pasolini y por Leonardo Sciascia entre los dirigentes demócrata-cristianos de la Italia de los años 70. En una crisis, los hombres políticos adoptantes forma espontánea un año o lengua que Leonardo Sciascia calificó de “lengua del no decir” y que es una tentativa por ocultarse, esconderse la lengua, en el argot, “para sobrevivir siquiera como autómatas, como comparsas…”, escribía Pasolini. Tal y como siempre explicaba Pasolini, sólo percibimos los síntomas en la lengua. Su artículo conocido como “el artículo de las luciérnagas”, se titulaba el vacío de poder.

La misión del nuevo periodismo, por tanto, no consiste sólo en alzarse contra poder del estado, sino en conjurar los efectos de su impotencia y el descrédito que ésta supone para cualquier palabra pública. Tiene como tarea heroica ya no sólo la de distinguir lo verdadero de lo falso y lo real de la ficción, sino la de reconquistar en la esfera democrática cautivada y entregada a la influencia de la comunicación, la posibilidad y la credibilidad de un lenguaje común. Es lo que los griegos dieron en llamar parresia, el “hablar con sinceridad”, el “hablar con franqueza”, sin el que no hay democracia posible.



CHRISTIAN SALMON. Escritor e investigador francés, ha publicado varios libros centrados en el análisis de la sociedad actual. TintaLibre, "El descrédito de las democracias cautivas", mayo de 2013